«Lego a la Real Academia Española, en levísimo testimonio de gratitud por haberme honrado tanto llamándome a ella, y como pequeña expresión del grande afecto que la guardé siempre, los objetos, papeles, estudios y cantidades que dejo reseñadas en la adjunta lista escrita en máquina, rogándola que se sirva aceptarlos y con un saludo cordial para mis compañeros. Madrid, 25 de octubre de 1953. A. González de Amezúa [firma y rúbrica]».
Con este texto, plasmado en testamento ológrafo, Agustín González de Amezúa (1881-1956), académico de número y tesorero de la institución, dejaba a la Academia un pequeño tesoro documental y una pieza de escultura para su colección —una maqueta en bronce de la estatua de Menéndez Pelayo que se encuentra en el vestíbulo de la Biblioteca Nacional, del escultor Lorenzo Coullaut Valera— que, según su deseo, debía colocarse, «si es posible, en una pilastra de madera en el salón anterior de nuestras juntas semanales». La pieza se colocó a finales del s. XX en un lugar indudablemente adecuado: presidiendo la biblioteca de académicos.
El legado, que ingresó en la Academia treinta y tres años después de la muerte de nuestro académico, el 10 de julio de 1989, consistía, según el listado original, de:
- Tres legajos de papeles y estudios de apuntes autógrafos de Menéndez Pelayo para diferentes obras suyas.
- Una correspondencia amorosa de una célebre escritora con un famoso novelista, encerrada en un sobre de cartón con el título «Verlagsanstalt und Crukerei A», muy interesante para la biografía de ambos.
- Todo el fichero de mis estudios sobre temas generales de erudición de los siglos XVI y XVII, sobre Lope de Vega y Salas Barbadillo.
- Todos los legajos encerrados en unas carpetas de cartas y estudios de erudición míos sobre Lope de Vega, Salas Barbadillo, Historia de la novela en el siglo XVII, Inquisición, Jesuitas, Sala de varios, etc. Hay en ellos una cantidad grande de datos inéditos, especialmente para la Historia de la novela.
- Una caja de folletos de varios, que contiene el índice extractado de la inmensa mayoría de los libros de la Sala de raros de la Biblioteca Nacional, con sus signaturas correspondientes.
- Una caja en forma de libro con el rótulo «Epistolario», en cuya tapa lleva unas instrucciones especiales cuyo cumplimiento encargo a la Academia.
- Correspondencia literaria donde se contienen cartas de Menéndez Pelayo y otros escritores interesantes, contenidas en unas carpetas.
Un trabajo de descripción provisional permitió constatar que faltaban los documentos reflejados en los puntos 5 y 7. El resto fue inventariado en los años 90 y ha sido descrito el presente mes de junio de 2018 en la herramienta de consulta del archivo, legado de Agustín González de Amezúa . La caja en forma de libro lleva el rótulo «Epistolario sentimental» y, según las instrucciones que dejó el legatario, no podrá abrirse hasta pasados setenta años de su muerte; tendremos, por tanto, que esperar al 10 de junio de 2026 para conocer su contenido.
La colección ocupa cinco unidades de instalación y dos ficheros de madera. Los ficheros se encargaron con las cinco mil pesetas en metálico que Amezúa dejó a la Academia «para hacer un mueblecito donde queden instalados los ficheros y los legajos de estudio míos …, rogando a la Academia que lo coloque en cualquiera de los rincones de la casa y lo ponga a disposición de los estudiosos que quieran aprovecharse de estos materiales de trabajo acumulados al cabo de cerca de medio siglo». Las medidas de los dos mueblecitos son 142 x 61,7 x 45,7 cm; cuenta cada uno con dieciocho cajones. Las diecisiete mil quinientas fichas del legado se han instalado en veintitrés de ellos y están a disposición de los investigadores en las dependencias del archivo académico.
El legado se ha estructurado en cuatro divisiones de colección, que han sido descritas de forma completa:
- Notas, apuntes y otros documentos de Marcelino Menéndez Pelayo.
- Correspondencia de Emilia Pardo Bazán a Benito Pérez Galdós.
- Fichas.
- Estudios de Agustín González de Amezúa.
Solo se han descrito las unidades documentales simples correspondientes a las treinta y ocho cartas de Emilia Pardo Bazán, que fueron digitalizadas en un momento anterior gracias a una subvención del Santander; las imágenes se han asociado a sus registros de descripción.
Como se ha visto, el Archivo de la Real Academia Española no integra únicamente el fondo institucional y los fondos de instituciones especialmente vinculadas con ella, como la Asociación de Academias de la Lengua Española y la Fundación pro Real Academia Española. También contamos entre nuestros fondos conjuntos documentales legados por académicos de número: dos colecciones —la colección de autógrafos de Pedro Antonio de Alarcón, ya organizada y difundida en 2017, y la descrita de Amezúa— y tres conjuntos documentales desgajados de los fondos personales en los que estaban integrados: los de los académicos Melchor Fernández Almagro, Francisco Rodríguez Marín y Julio Casares, en cuya organización el departamento del Archivo está trabajando con el objetivo de difundirlos en línea a medio plazo.
El legado de Melchor Fernández Almagro (1893-1966) ingresó en el Archivo de la Academia en 1967. En su último testamento de abril de 1965, Almagro encomendó su archivo al catedrático de Literatura Antonio Gallego Morell, para que le diese el destino que creyese conveniente, bien fuera cediéndolo a las Reales Academias de las que era miembro el testador o a la Casa de los Tiros de Granada. Los administradores de la herencia y Gallego Morell consideraron que lo más acertado era clasificar el archivo en dos grupos con destino respectivamente a la Real Academia Española y a la Casa de los Tiros, con la indicación de que nunca salieran de la institución y de que se permitiera su consulta a «aquellas personas capacitadas para ello por su conocida dedicación a los estudios históricos o literarios y por su respetabilidad y solvencia moral». A la Academia llegaron en cinco paquetes con documentos que fueron parcialmente organizados en su momento: un importante volumen de correspondencia, originales de los artículos de Almagro y una colección de documentos varios que han comenzado recientemente a inventariarse.
Hasta la fecha, desconocemos cuándo se produjo el ingreso del conjunto documental del director de la Corporación Francisco Rodríguez Marín (1855-1943), y el motivo por el que está en la Academia. Es, sin duda, el más voluminoso de los que atesoramos. En estos momentos estamos trabajando en su instalación e inventario, para lo que la institución ha recibido una subvención del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte que nos ha permitido adquirir el material de conservación necesario para instalar las más de veinticinco mil cartas de las que se nutre la correspondencia legada, un volumen moderado de documentos de trabajo y una decena de fotografías. Antes del final del año 2018 tenemos previsto publicar un inventario y acometer la tarea de descripción de las unidades documentales simples a partir del próximo, tarea que, dado el volumen del legado, nos llevará bastante tiempo.
Por el contrario, es fácil comprender la razón por la que la correspondencia de Julio Casares (1877-1964) está en el archivo de la Academia. Casares fue secretario perpetuo de la Corporación desde 1939 hasta su muerte, disponía por esa razón de una vivienda en la sede de la Academia y se entiende que las más de seis mil cartas que conservamos fueron despachadas en la Academia con su secretario, Emilio Arranz, y en la Academia se quedaron. Se trata de correspondencia personal e institucional, que ha sido instalada en material de conservación e inventariada. Actualmente estamos describiendo las unidades documentales compuestas en la herramienta en línea del archivo y pronto podremos difundir por este mismo medio el inventario.
La organización archivística de estos conjuntos documentales cuyo estudio nos permitirá profundizar en el conocimiento de sus productores y en su relación con la institución a cuyo número pertenecieron, forma parte del plan de difusión en línea de los fondos documentales del Archivo de la Real Academia que se puso en marcha a mediados de 2015 y cuyos primeros frutos salieron a la luz en enero de 2016. Desde entonces, disponemos en línea de más de dieciséis mil registros de descripción (documentos y autoridades) y de casi cinco mil objetos digitales cargados. Con la experiencia de estos años, esperamos dar un empuje mayor a nuestro posicionamiento en la red en poco tiempo.
La entrada Los legados documentales en el Archivo de la Real Academia Española. Nuevos proyectos de difusión se publicó primero en SEDIC - Blog.